lunes, 5 de noviembre de 2012

Historia

Canción: Jamás Abandoné
Cantante: Laura Paussini 

Nunca se abandona

Dos vidas que desde que se encontraron se han unido sin saberlo; dos vidas que logran reencontrarse y quedarse juntos ya sin importar qué pasará.

Ella, dulce y tierna, tímida y con miedo a entrar en nuevas etapas; vive con la ilusión de un gran amor, una gran historia, un gran corazón.
Él con conflictos emocionales que nunca lo han dejado, tantas cosas que se mantienen en sus pensamientos que se vuelve difícil dormir.

Los dos se encuentran, es la primera vez que se miran y se notan como a otro extraño cualquiera.
Pasa el tiempo, se olvidan, pero el destino decide que el próximo reencuentro vaya más allá de una mirada.
Ahora, luego de una mirada llegan las palabras: un simple –hola- basta para comenzar una historia. Así inicia la travesía de amor que ninguno se imagina.

Una amistad crece y se forma, se han vuelto confidentes y protectores uno del otro.
La mirada de ella cambia, sus ojos se iluminan al verlo, pero hay un problema: él no lo nota y ella ya tiene a alguien a su lado. Esa relación que tiene es inestable, con problemas que se tratan de enfrentar inútilmente pues ella es la única que presta interés.

Desesperada, triste y enojada consigo misma, buscó un consuelo y apoyo en la única persona que la podía hacer sentir bien, fue  en busca de ese amor “platónico”. Le contaba sus cosas con la esperanza de que además de consolarla, hiciera algo por ella, que la sacara del profundo hoyo sentimental en el que había caído; quería que literalmente le dijera: déjalo ya, no tengas miedo, déjalo.
Él le correspondía pidiendo consejos de cosas íntimas pero sin que intervinieran sus sentimientos, algo que ella sí hacía.

Todo entre ellos comenzaba a notarse por lo que en un momento de debilidad y manejo, ella decidió alejarse, una decisión estúpida sin fundamentos que destruyó los corazones de ambos.
Poco a poco se alejaron, si llegaban a hablarse, él lo hacía de una forma tan despectiva que parecía que era odio lo que sentía. Llegaron al punto de no hablarse e incluso evitarse, ya ni un hola pronunciaban puesto que la amistad parecía haberse acabado.

Ella terminó un ciclo, cerró un capítulo decepcionante de su vida y con una gran ausencia se dispuso a salir adelante, a quitarse esa culpa que la había consumido durante mucho tiempo.

En un inesperado pero ansiado reencuentro, sus miradas pronunciaban un -¡Te Amo!-, ya no podían negarse el uno al otro pues la atracción era tan evidente y mutua que no se resistieron a confesarse todo lo que sentían, a decirse y contarse cuan enamorados estaban.

Los días pasaron y entre más platicaban, buscando en su pasado encontraban verdades y más se enamoraban, más entendían qué es lo que les había separado y porqué ese cambio tan drástico en su forma de tratarse.
Fue cuando entendieron que a pesar de la distancia jamás se habían abandonado, jamás se habían dejado de preocupar por el otro y que su corazón más que nunca le pertenecía al otro.

De ahora en adelante su camino se ha unido para siempre, ahora saben que su confianza y amor los llevarán a vivir una gran historia y a dejar de evitarse a oscuras ya que al final se ve la luz.

Vieron que sin decirse vuelve ya estaban ahí.

 Olga Lidia Vargas Rivera 

sábado, 3 de noviembre de 2012

Historia
Canción: "Yo sabía"
Interprete: Sandoval

En aquel día me sentí completamente extasiado...aquella amiga tan especial para mí llamada Adriana Cordova, con la que pasaba momentos muy especiales, tantos fueron aquellos que tome la decisión de pedirle que fueramos más que simples amigos.
Finalmete ella aceptó y con el pasar de algunos meses espese a tomarle un aprecio muy especial, ese noviasgo era casi idílico.

Evoco con mucho cariño aquella vez en que le hable de mís sentimientos, recuerdo incluso el lugar dónde se lo dije, la forma en la que ella me miró, su vestimenta y el breve instante en el que fundimos es uno sus labios y los míos. Ese viernes por la tarde acordamos ir a ver una pelicula al cinede un centro comercial.
Aquella vez que le ví llegar con su cabello obscuro que acariciaba lentamente sus hombros...sus labios rojizos y misteriosamente callados, me dieron una sensación de apego y duda al mismo tiempo; quise analizar por qué tenía ese sentimiento, pero al tenerla cerca de mí, deje de pensar, para solo concentrarme en decirle lo enamorado que estaba de ella.

Hoy, ya hacen diez meses de aquel momento, y aunque dijimos querernos profundamente, percibo ahora en Adriana su distanciamiento ante mís muestras de afecto.
Al principio creí que era natural que no desease que fueramos tan evitedentes en nuestras expresiones de afecto, hasta que nos conocieramos mejor; por tal motivo decidí darle tiempo al tiempo y tratar de permitir que las cosas se dieran cuando se tuvieran que presentar, pero con el pasar de los meses su actitud para conmigo cambió poco o nada.

Algunas  veces nos encontrabamos en las redes sociales y en ellas me escribía lo mucho que quería, cada palabra me parecía una gota de agua en un desierto abrazador, pero triste era mí despertar al observar que cuando nos encontrabamos juntos, aquellas palabras no existian en los silencios que generaban mís "te quiero, te amo, estoy muy contento de que estemos juntos", etcetera; ella simplemente se mantenía en silencio, silecio que me destruia calladamente.

Es ahora, despues de haber pensado tanto nuestra situación, cuando concluyo que tal vez ella no siente el mismo cariño que yo; por tal motivo he decidido terminar con esa relación que sólo me genera desilición y una profunda sosobra.
En las ultimas veces que nos hemos visto, ahora trato de de no expresar lo que siento --creo que me he vuelto frio en mís sentimientos, tal y como ella lo es-- aún por ella. La verdad cada vez me importa menos el tomarla de la mano o no, el mirarla a los ojos...ni siquiera me nace ya como antes el deseo de besarla como muestra de todo lo que deje por ella y lo mucho que significa en mí vida.

Por eso creo que es mejor tratar de empezar a alejarme de ella hasta que el último para sea el terminar formalmente con esta relación que pierde su calificativo de ser relación. Después del poco o mucho tiempo que viví con ella --no lo sé realmente--, concluyo que para ellla nunca fue nuestra realción, una que estuviera precedida por el amor (como es común), al parecer ella nunca tuvo la intención de quereme tanto como yo.

Cúantas veces traté...de ser la persona indicada para ella, pero creo que nunca pude alcanzar ese objetivo por eso me doy por vencido, de alguna vez poder alcanzar que en verdad me llege a querer.

Ahora, aunque me resulta complicado; trato de mirar hacía adelante, esperando llegar a encontrar la tranquilidad en mí mente respecto a si fui yo el culpable de que no me quisiera o si... simplemente era una relación que no tenía futuro.

--Ya no lo sé, pero mejor no pensaré es eso; me causa mucha nostalgia---

Lo unico que --creó-- me consuela es saber que encontrará una persona a la que pueda mostrarle su cariño sin aparentar sentimientos que no existe, tal y como sucedió conmigo.

Moises A Hernández Castro.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Descripción de un compañero


Este compañero es en ocasiones un poco callado, le gusta hacer ejercicio en el gimnasio de la universidad, su voz es una de las más destacadas en el salon de clase. Algunas veces le gusta bromear con algunos compañeros.
Fisicamente es un compañero con estatura promedio, tiene cabello quebrado (negro) y tiene barba -no muy creccida-.
Con el puedes platicar de cualquier tema sin problema.

Compañero: Amado

Moises Alaan Hernandez Castro.
Oraciones Simples (el dia mas feliz)

=Yo fui a los quince años de mí ex-novia.
=Nos reunimos primos lejanos.
=Mi cumpleaños numero 7.
=Cuándo fuimos mí primo y yo a un concierto.
=Cuándo terminé la primaria.
=El dia que terminé la secundaria.
=El día que tuve mi primer mascota.
=Cuando me subí a una motocicleta.
=El ver a mís primos después de no verlos por 6 meses.
=El baile de fin de año en la preparatoria.

Moises A Hernandez Castro.

Mi Descripción

Descripción
Es alto, de tez morena clara, cabello corto y negro; complexión un tanto fornida y una mirada que todo lo analiza.

Al principio es algo tímido pero cuando entra en confianza es agradable y un tanto burlón.

Se altera con los temas sobre sexo evitándolos a toda costa. Le gusta bailar (es experto en salsa) pero le apena que le bailen de manera sensual. 

Muchos dicen que terminará dando noticias de espectáculos por su parecido a "Mauricio Clark".


Olga Lidia Vargas Rivera 


El Otro Yo/Mi Otro Yo

Tercera Persona
El Otro Yo

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando. Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo. 

El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo. 

Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado. 

Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vió que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: <<Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable>>.

El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancólica, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo. 


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Primera Persona
El Otro Yo
Se trataba de mí, un muchacho corriente: en los pantalones se me formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, me metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, me llamaba Armando. Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo. 

Mi Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. A mí me preocupaba mucho mi Otro Yo y me hacía sentir incómodo frente a mis amigos. Por otra parte mi Otro Yo era melancólico, y debido a ello, yo no podía ser tan vulgar como era mi deseo. 

Una tarde llegué cansado del trabajo, me quité los zapatos, moví lentamente los dedos de los pies y encendí la radio. En la radio estaba Mozart, pero me dormí. Cuando despertó mi Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, no supe qué hacer, pero después me rehíce e insulté concienzudamente a mi Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado. 

Al principio la muerte de mi Otro Yo fue un rudo golpe para mí, pero enseguida pensé que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento me reconfortó.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salí a la calle con el propósito de lucir mi nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vi que se acercaban mis amigos. Eso me lleno de felicidad e inmediatamente estallé en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a mi, ellos no notaron mi presencia. Para peor de males, alcancé a escuchar que comentaban: <<Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable>>.

No tuve más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sentí a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pude sentir auténtica melancólica, porque toda la melancolía se la había llevado mi Otro Yo. 


Brandon Ortiz Reynaga
Moisés Alaan Hernández 
Olga Lidia Vargas Rivera
Elena Vargas Villanueva 

sábado, 20 de octubre de 2012

Historia

Roberto se arreglaba con esmero pues esperaba ansioso ese día. Llegaba Marisa quien había pasado varios años en el extranjero pero, ¿sería la misma?, ¿lo amaría cómo siempre?.

Llegó al aeropuerto con casi una hora de anticipación; se acercó al mostrador y preguntó -¿el avión viene a tiempo? -sí, a tiempo- contestaron. 
Comenzó a pasearse nervioso por el corredor, viendo las tiendas de curiosidades y compró unos cigarros y tomó un trago pues parecía que el tiempo no pasaba. 

De pronto, el altavoz anunció el vuelo que llegaba doce minutos tarde. Roberto se acercó a la puerta por donde salían los pasajeros; miró a cada uno con ansiedad. 
Apareció Marisa, la vio, ella encontró su mirada y él reconoció sus sonrisa de siempre; supo que era la misma mujer a la que había esperado por tanto tiempo. 

Brandon Ortiz Reynaga
Moisés Alaan Hernández
Olga Lidia Vargas Rivera
Elena Esmeralda Vargas Villanueva